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Por cierto, en la segunda página del citado documento confidencial figura el siguiente párrafo, que Gustavo Eisenberg atribuye a Pedro Rivero Torre:
    "UNESA no tiene la menor duda del correcto proceder de los fabricantes y de que éstos están carentes de toda responsabilidad o implicación en la aparición de los citados artículos [3]. Esta opinión es también la de los directores de las empresas eléctricas con los que ha hablado de este asunto. Este convencimiento también lo transmitió al Secretario Gral. de la Energía, D. Alberto Lafuente".

    [3] Los artículos son los publicados en El País el 21 y el 23.11.1995, los cuales he incluido al final de las mencionadas notas.
A primera vista, dicho párrafo carece de lógica, pues si el artículo de 21.11.1995 de El País informa de la existencia de un grupo clandestino, a través del cual los fabricantes de contadores imponen unas restricciones que perjudican económicamente a las compañías eléctricas, ¿qué sentido tiene que el vicepresidente y director general de la patronal de éstas a) afirme que UNESA y los directores de las citadas ompañías "no tienen la menor duda del correcto proceder de los fabricantes" y b) transmita dicho convencimiento al secretario general de la Energía, Alberto Lafuente Félez, quien, aparte de estar obligado a informar a los Organismos públicos encargados de la defensa de la competencia, es superior jerárquico de la directora general de la Energía, María Luisa Huidobro y Arreba, responsable del cálculo de los precios de alquiler, los cuales, por ser función de los precios medios de mercado de los contadores, están afectados por las citadas restricciones?

Sin embargo, el párrafo tiene pleno sentido si se parte de la hipótesis de que lo que Pedro Rivero Torre pretende es, precisamente, tranquilizar al secretario general de Energía para que no inicie ninguna investigación ni ordene a la Dirección General de Energía que compruebe que los precios de alquiler de los contadores han sido calculados conforme a lo establecido legalmente, pues dichas investigación y comprobación pondrían al descubierto la estafa oculta tras los citados precios, la cual, en la fecha de la reunión (23.11.1995), llevaba reportados a las compañías eléctricas más de 2.380 millones de euros. [4]
    [4] Como era de esperar, Alberto Lafuente Félez y María Luisa Huidobro y Arreba no hicieron absolutamente nada para comprobar si la noticia de 21.11.1995 de El País era cierta y si los precios de alquiler publicados en el Boletín Oficial del Estado habían sido calculados conforme a lo establecido legalmente, pues, parafraseando el famoso aserto del escritor norteamericano Upton Sinclair, es difícil que una persona compruebe algo si su puesto de trabajo depende de que no lo compruebe.
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