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Galán: Eso no es nada. Mi gallina es capaz de comerse una olla de cocido.
El camarero coge de la cocina una enorme olla de cocido y la pone sobre el mostrador.
En dos minutos, la gallina la deja vacía.
Camarero: Es increíble. ¿Dónde ha conseguido usted esta gallina, D. Ignacio?
Galán: Pues verá usted, yo iba paseando ayer domingo por una playa virgen de Doñana
y de pronto tropecé con algo que sobresalía de la arena. Me agaché y resulta que era una
botella muy antigua. Le quité el tapón, para ver qué contenía, y, zas, del interior salió
un genio, que me dijo: Amo, acabas de poner fin al encierro al que hace dos mil años
me condenó un brujo. En agradecimiento, pídeme dos deseos, que te los concederé de
inmediato.
Camarero: ¿Y usted qué le pidió?
Galán: Pues de primer deseo, le pedí ser presidente de mi compañía.
Camarero: ¿Y de segundo?
Galán: Una polla insaciable
Y desde entonces, el galán Ignacio es presidente de su compañía (de teatro) y tiene
una polla insaciable.
Me ha venido a la memoria este chiste al leer en un medio de comunicación que el presidente
de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, considera que los consumidores deben acostumbrarse
a
pagar más,
con objeto de que las compañías eléctricas puedan realizar las inversiones necesarias
para recortar las emisiones de dióxido de carbono.
Como la polla del galán Ignacio, el presidente de Iberdrola es insaciable, pues quiere
más y más a pesar de pertenecer a
una casta con ingresos multimillonarios.
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