Inicio > La estafa > La tarifa de la corrupción: Análisis de la primera subida de 2009 > Cómo se calcula la tarifa eléctrica (4/5)



    - la facturación de energía eléctrica supera los 22.000 millones de euros anuales (cada 1% que el Gobierno sube la tarifa eléctrica representa para los usuarios el pago adicional de 220 millones de euros/36.600 millones de pesetas anuales),

    - los datos relativos a los costes sufragados por las tarifas eléctricas proceden en su mayor parte de las propias compañías eléctricas

    - y la fijación de la tarifas eléctricas es un tema enormemente complejo y difícil,
lo lógico sería que el Gobierno tomara las medidas necesarias para que la CNE dispusiera del tiempo y los medios humanos y técnicos necesarios que le permitieran garantizar las máximas precisión y objetividad en todos y cada uno de sus informes.

Sin embargo no es así, ya que, como demuestran los documentos incluidos en la presente entrega, el Gobierno incumple descarada y sistemáticamente su obligación de defender los legítimos intereses generales. De lo cual no hay que extrañarse, pues es el comportamiento lógico de una marioneta que, sabiéndose protegida fiscal y judicialmente, lleva desde el 25.02.1987 poniendo el Boletín Oficial del Estado al servicio de las compañías eléctricas para que éstas cometan con total impunidad una burda estafa que a 31.12.2008 les llevaba reportados más de 4.000 millones de euros y se incrementa cada día en 350.000 euros (si desea más información sobre este asunto, pulse aquí para ir a 11.- La estafa, paso a paso: Ejecución/ Gobierno PSOE (II)).

A esta situación, en la que el Gobierno pone la Administración del Estado a disposición de un poderoso grupo financiero para que estafe impunemente a sus clientes, le viene como anillo al dedo lo expuesto por José Vidal-Beneyto en su artículo El arma del crimen   (El País, sábado 31.01.2009), del cual reproduzco seguidamente los dos párrafos más significativos:
    "La corrupción se ha convertido en una pandemia que todo lo infecta, a la que nadie y nada escapa. La corrupción entendida, no sólo ni principalmente, como la utilización abusiva e inicua de las posiciones de poder en provecho de quien las detenta, sino como la falsificación de todos los valores, la perversión sistemática, la impostura permanente en el planteamiento de medios y objetivos. Personas, organizaciones, la economía, los lenguajes, el deporte, la política, las empresas, la justicia, las ideologías, el Estado, la comunicación; todo estragado, pervertido. Es decir, la adulteración de las conciencias, la corrupción del espíritu, que transforman cualquier propósito en barbarie. Por eso, hoy, la generalización y persistencia de las prácticas corruptas no sólo han trivializado su uso, sino que lo han connaturalizado, inscribiéndolo, con todos los honores, en el patrimonio de los comportamientos legítimos y necesarios de nuestra contemporaneidad.
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